EL PROYECTO NACIONAL Y LA CONSTRUCCION POLITICA
En una Editorial de Febrero pasado, abordando el tema de que Néstor Kirchner fuera el próximo presidente del Partido Justicialista, y preguntándonos si esto era bueno respecto de la tarea histórica en que estamos empeñados de construir un nuevo y mejor país, decíamos: "A las presidenciales últimas fuimos con el Frente para la Victoria, sin que el PJ, impedido de ello, figurara entre los partidos que lo conformaban. La estrategia electoral fue clara: Concertación Plural, alianza amplia entre peronistas que están con el proyecto nacional y no peronistas que también están con él. Estrategia muchas veces cuestionada en los hechos por una parte significativa de la vieja dirigencia pejotista, que mandaba a los actos a su tropa a gritarle a Cristina que nombrara a Perón. Como así también a cantarle a Julio Cobos que "el que no salta es un radical".
No es nada casual esta conducta de una parte importante de la dirigencia del PJ. Sucede que están con el gobierno, pero por puro oportunismo y para seguir conservando poder. En realidad se sienten incómodos en el proyecto nacional en curso, hace mucho tiempo que transaron con los poderosos de aquí y de afuera, y no les gusta nada que se confronte con ellos"
Pasaron apenas un par de meses para que esto que expresábamos con honda preocupación, se empezara a manifestar con nitidez. El gobierno decidió el 11 de marzo pasado ponerle retenciones móviles a la soja, habida cuenta de los precios que este poroto viene teniendo en el mercado mundial y de los variados impactos que esto tiene para la Argentina y el modelo económico que se viene desplegando de cinco años a la fecha. Los sectores afectados por esta medida indispensable para cualquier política de redistribución de los ingresos, capitaneados por la Sociedad Rural y CARBAP, con los pools de siembra por detrás y acompañados activamente por la derecha vernácula de todo pelaje, saltaron a la confrontación. A poco de andar el lockout patronal, y más allá de errores que pudo haber cometido el gobierno en su política hacia los pequeños y medianos productores, las cosas empezaron a quedar bastante claras: la confrontación de fondo era por el modelo de país que queremos.
De un lado el gobierno y todos los que lo apoyamos, acordando con la estrategia de tomar una parte de la renta agraria extraordinaria -fruto de condiciones muy favorables- para volcarla a la construcción de una nación mas integrada y justa. Y del otro los que pretenden repetir la vieja y conocida historia, de dejar en manos de los sectores mas concentrados la parte del león de dichas ganancias, sin importarles en absoluto que tipo de país se dibujaría luego con ello. Es mas, ya sabemos por experiencia propia que a los grandes capitales extranjeros que pululan por nuestra economía les gusta por sobre todo llevarse la plata afuera. Como quién diría, exprimirnos todo lo posible. Y a los ricos de por aquí, ya sabemos también, nunca les ha disgustado tener una sociedad de dos pisos: el de arriba, lujoso, para ellos, y el de abajo, pobretón, para la gran mayoría.
En resumidas cuentas, y más allá de los que se confundieron de bando, la contradicción real patentizada en el conflicto agrario fue esa. Adecuadamente lo reseñó en su discurso la Presidenta.
¿Ahora bien, que sucedió con el posicionamiento de una parte significativa de la dirigencia justicialista? Algunos, de peso, hicieron público que no estaban de acuerdo con el gobierno. Das Neves, Reutemann, Schiaretti y De la Sota, Oscar Jorge, Jaque, entre otros. Una buena cantidad mas, de los de primera línea, lo expresaron privadamente o por lo bajo. Una porción importante de los intendentes del conurbano no movilizaron al acto en la Plaza, y ni figuró por allí el "Momo" Venegas, titular de las 62 Organizaciones, que tiene el triste mérito de ser socio de Duhalde, amigo de la SRA y conducir el gremio de los peones rurales, los peores pagos del país.
Una experiencia concreta para contar: Cristina convocó a un acto en Parque Norte el 27 de marzo pasado, en plena escalada del conflicto. Libres del Sur, junto a muchas otras fuerzas políticas y sociales, convocó en su apoyo a movilizarse en todas las plazas del país. Así lo hicimos y le pusimos respaldo popular al gobierno; lo mismo que días después en Plaza de Mayo. Bien, ese jueves 27 el PJ prácticamente no estuvo, con pretextos varios, en las movilizaciones de las provincias. Y en muchos casos directamente se posicionó en contra de ellas.
¿Teníamos entonces razón o no cuando en esa misma editorial agregábamos: "Nosotros siempre hablamos de frente y expresamos así nuestro pensamiento. Si el tiempo demuestra que estuvimos equivocados haremos autocrítica. Pero a decir verdad no creemos que el proyecto de transformación profunda de la Argentina en que estamos empeñados pueda tener como sostén político principales a los partidos tradicionales, desprestigiados con justa razón. Hay que construir nuevas representaciones, con una parte de las antiguas, que duda cabe, para llevar a buen puerto esto"?
En concreto, somos de creer que tiene que haber una correlación más o menos adecuada entre el proyecto de país que se impulsa y la herramienta política que se construye para ello. Sino, más temprano o más tarde, asoma esa contradicción y nos mella la iniciativa y la capacidad política. La Presidenta dijo en sus discursos, que ella vino a darle continuidad a la reconstrucción de la Argentina en un sentido de progreso, que inició su esposo en el 2003. Y agregó que no iba a dejar esos ideales en la puerta de la Casa Rosada, que para llevarlos adelante la había elegido el voto popular. Todo nuestro apoyo a esas definiciones. Pero, insistimos, para que esos sueños puedan ser finalmente una realidad, va a hacer falta una construcción política que permita tener la fuerza necesaria para resistir y vencer a los enemigos de la nación.
Humberto Tumini
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